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2.6 La incertidumbre y la predictibilidad

(Coninuación de Los Incas del JohnEarls).

B. Winterhalder (1988) ha efectuado una importante y original investigación sistemática sobre el tema de ecoclimatología andina y la predictibilidad. Hablaré del problema de la incertidumbre temporal andina en relación con el estudio de este científico.

El trabajo de Winterhalder se enfocó en la aparente incongruencia de vastos sistemas de terrazas agrícolas irrigadas en las laderas occidentales (por ejemplo el valle del Colca) y vastos sistemas de terrazas sin irrigación sobre las laderas orientales (Sandia). Su interés tendía a determinar hasta que punto ésta muy importante diferencia tecnológica agrícola podía ser explicada en términos de los regimenes climáticos diferentes. Para caracterizar el inicio y término de las estaciones agrícolas climáticamente adecuadas, el estableció un tanto arbitrariamente, como él mismo admite, una precipitación mensual ³ 64mm y una temperatura mínima ³ 0º C. Copió de los registros de SENAMHI los datos existentes de precipitación mensual y temperatura para 84 estaciones. Estas estaciones están ubicadas cerca del transecto dibujado perpendicularmente al eje de la cordillera andina en los departamentos de Arequipa, Cusco y Puno al sur del Perú. Cubren un rango altitudinal desde cerca al nivel del mar hasta los 4600m de las tres provincias geoecológicas llamadas ladera occidental seca, altiplano y ladera oriental húmeda. Establece un índice de predictibilidad que se extiende de 0 para condiciones totalmente imprevisibles hasta 1 para condiciones totalmente predicibles . El índice tiene dos componentes: La constancia, que expresa la variabilidad interanual, y la contingencia, que expresa la variabilidad de mes a mes para una escala estacionaria. Aquí hablaré solamente del índice de predictibilidad compuesto.

El análisis de los datos de Winterhalder muestra que para la ladera occidental (desde el desierto costero de las tierras bajas hasta la divisoria de aguas) la precipitación aumenta con la altitud mientras las temperaturas mínimas disminuyen. Por otro lado la precipitación disminuye con la altitud en la ladera oriental (desde la selva tropical de tierra baja hasta la divisoria de aguas) mientras la temperatura del aire disminuye para la misma altitud en algunos grados menos que para el occidente. En ambos casos las regresiones son significativas más allá del nivel de probabilidad del 1%. Para la región del altiplano la regresión de la precipitación sobre la altitud carece de significación estadística, esto sería básicamente debido que los efectos topográficos locales enmascaran la relación más general con la altitud. Para el altiplano oriental he registrado una precipitación de 75mm para el mes de noviembre de 1997 en una estación a 4.100m, mientras en otra estación distante menos de 1km, a 3.960m, la precipitación era solamente de 15mm. Por otro lado las temperaturas indican la misma correlación alta con la altitud como se esperaría de la figura 3.

Las regresiones hechas por Winterhalder de los índices de previsibilidad derivados de la precipitación sobre la altitud para ambas regiones son significativas para los mismos niveles que para la precipitación.

Figura 5. Predictibilidad de la precipitación por altitud en los dos pendientes andinos (de Winterhalder).

En la figura 5 he representado gráficamente el índice de predictibilidad de la precipitación usando las ecuaciones de regresión lineales de Winterhalder tanto para la ladera oriental como para la occidental. Es importante que para ambas regiones geoecológicas la predictibilidad disminuya a pesar del hecho de que las gradientes pluviales globales correspondientes son inversas. La incertidumbre pluvial aumenta con la altitud, más rápidamente en las laderas occidentales que en las orientales debido a la humedad global mayor de la última, pero a los 4.000m ambos convergen al valor de 0.4. Para la región del altiplano los índices tanto de precipitación como de temperatura mínima no indican ninguna correlación con la altitud, la predictibilidad pluvial sobre el altiplano es muy regular con un valor de sólo 0.5. Los datos para la ladera occidental llevan a Winterhalder a la convincente conclusión de que en las altitudes altas la irrigación es empleada para reducir las irregularidades mensuales en la distribución del agua. Las irrigaciones en la costa son obviamente usadas por razones muy diferentes, la precipitación es tan predecible que, con la excepción de los años de El Niño: no habrá lluvia suficiente.

Con respecto a la predictibilidad de la temperatura mínima el cuadro es similar. Winterhalder escogió el valor de Tmin ³ 0º C porque a temperaturas más bajas la certidumbre de que escarchará hace que siembra la mayoría de los cultivos sea impracticable. En la figura 6 la relación de la predictibilidad de Tmin con la altitud es representada gráficamente para ambas laderas.

Figura 6 La predictibilidad de la temperatura mínima con altitud para los dos pendientes (de Winterhalder)

El cuado es similar para la incertidumbre de la temperatura mínima como para la precipitación, con la importante diferencia de que la predictibilidad disminuye más bruscamente en la ladera oriental que en la occidental.

Winterhalder luego habla del inicio y la conclusión de las temporadas agrícolas en las diferentes altitudes de los Andes en relación con los resultados dados arriba. La temporada agrícola es definida por constricciones en la disponibilidad de agua y la temperatura. En las partes más bajas de la ladera oriental la estación lluviosa, como la define arriba dura doce meses. Se acorta cuando la altitud se incrementa y está reducida a aproximadamente cinco a seis meses en el altiplano y en las altitudes medianas de las laderas occidentales, debajo de lo cual disminuye rápidamente hasta cero meses para las laderas más bajas de Arequipa. Para la mayoría de las áreas orientales, el altiplano y las laderas occidentales superiores, el periodo de precipitación adecuada está contenido dentro del periodo de las condiciones térmicas apropiadas, aunque a las justas en las regiones más altas y en la parte superior de las laderas occidentales. De 4.000 a 3.000m sobre la ladera occidental la temporada lluviosa se reduce de tres a cuatro meses hasta nada, en tanto que la temporada térmica se amplía rápidamente hasta 12 meses. Como él dice: “El agua abundante de las elevaciones más altas es trasladada una corta distancia ladera abajo hacia condiciones térmicas favorables, donde se puede aumentar la cantidad de agua, tan restringida por la duración de las lluvias”.

Dejaré la discusión de estos resultados para la siguiente sección del artículo en la que el tema principal son las estrategias básicas para el manejo de la incertidumbre empleadas por el estado inca y los gobiernos preincaicos que las desarrollaron. En parte porque él llega a conclusiones similares a las mías en publicaciones previas, y en parte debido a los resultados de mi investigación en curso sobre la administración de agua en el altiplano oriental y sus valles adyacentes. Será necesario mencionar las pruebas arqueológicas, etnohistóricas y etnográficas para llegar a conclusiones más generales.

2.7 Una conclusión ecoclimática general para los Andes

A la luz de las discusiones anteriores podemos llegar a una conclusión. En primer lugar hay un incremento en la diversidad espacial y temporal con la altitud en los Andes. Esto puede ser explicado en relación con los factores señalados por Geiger y adecuadamente ilustrados por el trabajo de Winterhalder y otros. La baja presión y la sequedad del aire reducen la interacción de los fotones de radiación entrantes con las moléculas del aire, entonces una proporción mayor de fotones que en las altitudes bajas interactúa directamente con la superficie del suelo. Por lo tanto las diferencias de color, humedad y textura de la superficie con sus diferentes reflectividades (albedo) se traducen en una significativa diferenciación de temperaturas de superficie y una diferenciación correspondiente en la cubierta de biomasa. En la noche la altura del horizonte aparente (incluyendo cualquier arbusto y árboles cercanos), el albedo de superficie en la banda térmica infrarroja y el grado de la nubosidad del cielo condicionan la probabilidad de las heladas

El ambiente de montaña origina vigorosas y rápidas fluctuaciones de temperatura. Una nube circulante hace que la temperatura del aire caiga aproximadamente 10 a 15º C en unos minutos, y 20º C de diferencias diurnas son normales. Encima de una altitud de aproximadamente 2.200m no hay época del año totalmente libre de heladas. Si Winterhalder hubiera usado temperaturas de superficie para su estudio en lugar de temperaturas aéreas, indudablemente habría encontrado índices de incertidumbre más pronunciados que aquellos deducidos a partir de las temperaturas del aire.

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