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3. Tecnologías de manejo de riesgos: la estrategia del paralelismo masivo

(pagina en construcción)

'Lo que llamo el “paralelismo masivo” (esta es una expresión que he tomado prestada de la terminología informática y lo que significa se aclarará al final del artículo; por el momento puede entenderse como el hecho de emprender muchas medidas diferentes para enfrentar las posibles contingencias) en los Andes toma muchas formas'. Una de las mejor conocidas es la de tener acceso al mayor número posible de campos (chacras) y cultivos y en el más amplio rango de condiciones ecoclimáticas posible; por ello no es inusual que una familia tenga 30 ó más chacras dispersas. De este modo pueden estar seguros que cuando fracase la cosecha en algunos lugares la cosecha del conjunto cubrirá la pérdida, hay que dar por seguro que algo se perderá en algún lugar por la incertidumbre climática de los Andes. El cultivo múltiple en la misma chacra es casi universal, algunas plantas resisten las condiciones desfavorables mejor que otras, pero debido a que uno nunca puede estar seguro de que condiciones van a darse es lógico sembrar asociaciones de cultivo formadas por plantas con diferentes clases de resistencia paran diferentes formas de tensión (stress). Esta táctica es probablemente muy antigua y ayuda a explicar la enorme variedad de plantas alimenticias cultivadas. Otra táctica ampliamente usada es la siembra escalonada del mismo cultivo: a menudo el mismo tipo de semillas es sembrado en hasta tres intervalos temporales, quizás en tres meses. Por lo tanto si una helada o una granizada arruinan una o dos de las cosechas otra sobrevivirá.

Los indicadores ecológicos son siempre observados. Estos pueden ser básicamente catalogados como indicadores biológicos y meteorológicos. Muchas plantas y animales son genéticamente programados para una sensibilidad tremenda a las condiciones climáticas incipientes. Por ejemplo los patos salvajes en la región del lago Titicaca parecen prever los incrementos y caídas en el nivel de la superficie del agua. Hacen sus nidos más altos si intuyen un aumento en el nivel, y más bajos si intuyen un descenso. Las peculiares condiciones atmosféricas pueden dar lugar a algunos fenómenos visuales extraños, por ejemplo un arco iris más bien redondo se formará a veces alrededor del sol, lo que puede indicar el inicio de una temporada seca. Sin embargo de acuerdo con su énfasis sobre los paralelismos la gente no está satisfecha con una sola observación, observan el comportamiento de tantas entidades diferentes como sea posible y hacen un balance de sus diferentes pronósticos para llegar a los mejores criterios para la toma de decisiones. En el nivel local por lo menos, hay medios muy eficaces empleados para llegar a un consenso rápidamente entre todos los afectados por la decisión. Esto garantiza la coordinación que la actividad agrícola requiere en el mundo andino.

En siguientes subsecciones se verá como estas consideraciones subyacen en la base del diseño y uso de toda tecnología agrícola andina y su operación organizada. Cómo esto se hace involucra algunos procedimientos muy complicados que no pueden ser abordados aquí. Para más detalles ver Araujo 1988, Earls 1991b, 1992, 1996.

El sistema agrícola inca es básicamente una síntesis de las técnicas, tecnologías y estrategias desarrolladas durante varios milenios por un gran número de entidades socioculturales en las diferentes subáreas del ambiente andino. En la discusión anterior del trabajo de Winterhalder se mostró que la irrigación en las tierras altas en particular en la ladera occidental, tenía el propósito básico de atenuar el riesgo debido a la impredictibilidad térmica y pluvial, transportando el excedente hídrico desde zonas de gran altitud hacia áreas más bajas. El valle del Colca tiene una provisión de agua natural escasa e incierta (300-400mm) pero cuenta con una temporada termalmente adecuada mucho más larga. Las laderas de en medio de este valle están cubiertas de grandes sistemas de terrazas agrícolas (andenes) muy bien hechas. Antes de entrar directamente en el tema de la agricultura incaica debo dar brevemente una idea general de algunos de los patrones generales de sistemas agrícolas preincaicos. En parte esto es porque algunos de estos patrones fueron mantenidos durante el incanato y continúan en uso actualmente, y en parte porque muchas de las innovaciones incaicas no pueden ser aclaradas fuera de su contexto histórico.

Todas las cuencas de la costa suroeste del Perú están caracterizadas por sistemas de andenes a gran escala. Sin embargo, los estudios arqueológicos efectuados en el valle del Colca, bien resumidos e interpretados por John Treacy (1994: 91-111), indican que los andenes más antiguos en el valle eran cultivados sin irrigación. El manejo de la escorrentía de la precipitación lleva la provisión de agua . Esta forma de agricultura continuó en el periodo de la incorporación de la región al imperio Wari después del siglo VII DC. Este periodo temprano fue caracterizado por una alternancia general entre fases húmedas y secas , pero seguidas por un periodo sumamente húmedo bastante largo que duró entre los 760 y 1040 DC. Parece que una agricultura basada en la dirección de la escorrentía, que involucra tecnología de control de agua muy sofisticada habría estado disponible para cultivos resistentes a la sequía y con un poco más de precipitación que los 300 a 400mm del valle de hoy en día, aunque parece que la irrigación de andenes y/o la reconstrucción de algunos más viejos para irrigarlos, se inicio en este periodo. Desde 1160 a 1500 DC hubo una prolongada fase seca y durante esta tuvo lugar una transformación general hacia la agricultura en terrazas irrigadas. La ocupación inca fue marcada por la intensificación de una transformación que ya entonces estaba en marcha.

Este patrón de desarrollo agrícola, desde un estadio temprano de agricultura de terrazas irrigadas por manejo de la escorrentía de precipitación, en las épocas tempranas de Wari hacia un sistema basado en la irrigación es similar en otras partes del Perú. Sin embargo para la mayor parte del altiplano y los grandes sistemas de terrazas esculpidos en la escarpa oriental, el control de la escorrentía del agua nunca fue reemplazado por andenes irrigados, excepto lo largo de algunos fondos de valle más secos, que parecerían haber sido de especial interés para los incas . Debe notarse sin embargo que la irrigación extensiva fue empleada en los valles costeros al menos un millar de años antes de que empezara a ser implementada en las tierras altas. No debe pensarse que la irrigación no fue practicada hasta más tarde porque no sabían como hacerla. Fue solo que no la consideraron necesaria. Farrington (1980) ha demostrado que la irrigación inca de la sierra hace uso extensivo de flujos supercríticos en los canales mientras que esto generalmente no se hizo en los sistemas costeros. Como Mitchell (1981) y los otros han demostrado y de acuerdo con el argumento de Winterhalder, la irrigación de tierras altas es básicamente para el control de riesgo, mientras que en los lugares más secos cercanos a la costa no podría haber ninguna agricultura sin irrigación. Como es usual en los Andes ninguna explicación en términos de un solo factor es satisfactoria. Un área con lluvia mínima pero suficiente para la agricultura que utiliza la irrigación para atenuar el riesgo, puede descubrir con el inicio de las condiciones más secas que la agricultura es imposible sin ella.

Sobre las laderas de valle y la montaña oriental (los valles de Sandia en Perú, y de Charazani, Mocomoco y Ambaná en Bolivia ( Camino et al 1981; Dollfus et al 1980; Schulte 1996) vastos sistemas de andenes sin riego fueron esculpidos para la producción agrícola. Estos fueron trabajados por una combinación de rotación sectorial y descanso (aynoqa, layme, manda), y con el control de agua por una jerarquía de canales. Los canales más profundos corresponden a los cauces de los torrentes naturales intermitentes y son amurallados artificialmente. Los canales superiores más pequeños tienen cursos que son modificados rápidamente por las personas que los trabajan. En condiciones de sequía el agua es canalizada hacia las parcelas cultivadas y cuando el agua es excesiva son vueltas a excavar rápidamente con herramientas de mano (rawkana) para desviar el agua a los canales de drenaje más grandes .

3.1 Algunos importantes artefactos agrícolas andinos.

La administración de la lluvia y otras fuentes de agua fueron exhaustivamente desarrolladas en el altiplano en asociación con otras tecnologías agrícolas. Sólo mencionaré los dos ejemplos mejor conocidos de estas: los campos elevados (waru waru en quechua y sukka qolla en aymara), y las qocha .

La agricultura de campos elevados es practicada en muchas partes del mundo. Fue usada en Dinamarca en los periodos previkingos y vikingos y es extensivamente empleado actualmente en las altas mesetas húmedas de Papúa Nueva Guinea. Era también practicada en muchas otras partes de Sudamérica donde el drenaje natural es insuficiente o donde la estación de lluvia es breve pero intensa, y es seguida por una larga temporada seca. Consiste en cavar canales de drenaje en fajas a través del suelo y en apilar la tierra en cumbres para formar cimas en las que los cultivos se sembrarán. Las elevaciones y los canales varían entre aproximadamente uno y tres metros de ancho, y la cumbre se extiende de 80 a 150cm por encima del fondo del canal. El estudio más sistemático de estos se atribuye al arqueólogo Clark Erickson (1986,1987,1992,1993). Aunque estos sistemas son multifuncionales considero que su principal función está en relación con la administración del riesgo. El nivel de agua del lago Titicaca puede variar interanualmente tanto como un metro, entonces, en las estaciones de lluvias fuertes, cuando la superficie de crecida y las aguas se expanden más de 200m desde las orillas, los cultivos sembrados no se inundan. Al mismo tiempo para niveles de agua bajos en el lago, las partes inferiores de los canales nunca están totalmente secas y el agua es conservada en la base de las elevaciones para ser transportada lentamente hacia arriba por capilaridad. Los orígenes de estos sistemas de sukka qolla pueden ser rastreados aproximadamente 3.000 años hasta los más tempranos centros ceremoniales a gran escala en la región circundante del Titicaca en el altiplano.

Erickson sin embargo hace una argumentación muy enérgica de que su construcción, mantenimiento y dirección eran el resultado de la coordinación entre grupos locales de agricultores antes que el resultado de la planificación dirigida por el estado . La qocha es un sistema tecnológico totalmente diferente y están ubicadas a bastante distancia de las riberas del lago. Fueron investigadas primero por Jorge Flores y Percy Paz (1983), estudios adicionales fueron llevados a cabo por Rosas (1986) pero a diferencia de los campos elevados su uso nunca fue interrumpido; son activamente empleados actualmente. Consisten en depresiones cóncavas geométricamente regulares que han sido cavadas en la llanura o bien son concavidades naturales remodeladas y se extienden aproximadamente 20 a 60 m de ancho. Los lados de las qocha son trabajados en 2 ó 3 niveles radiales compuestos de surcos con los cultivos plantados sobre las elevaciones bastante pequeñas de en medio. Las qocha son interconectadas por complicados sistemas de canales de modo que son como una sarta de cuentas. El agua viene de la escorrentía de las lluvias que caen en la cuenca alta que esta detrás de ellas. El control de los niveles de agua en las qocha es efectuado por un complejo sistema de diques y represas que son abiertos y cerrados según las condiciones lo exijan, y el exceso de agua es derivado a los arroyos y ríos que finalmente drenan en el lago Titicaca. Como con los campos elevados estas estructuras pueden ser mejor comprendidas como un sistema de control de riesgos. Muchas qocha pueden ser usadas como reservorios para almacenar agua en periodos secos y para plantar cuando esté más húmedo. A menudo las dos funciones están combinadas: el agua es guardada en la base mientras las laderas son cultivadas. Flores estimó que también se originaron en el pasado muy distante, probablemente en la misma época que el sukka qolla .

3.2 El control del espacio vertical

Fue básicamente gracias al antropólogo John Murra que la administración del espacio vertical fue reconocida como un factor fundamental que subyace a la agricultura andina e inca. Con un rango altitudinal agrícola que se extendió desde el nivel del mar hasta 4.400m (en las punas del noreste boliviano) es obvio que la mayoría de cultivos solamente estaría adaptado a cierto rango de altitudes, pero fue Murra el que relacionó esto con las formas organizativas documentadas en las fuentes coloniales españolas (Murra 1964, 1972, 1975). Relacionó las diferentes prácticas organizativas y asociaciones de cultivos con lo que él llamó pisos ecológicos y la estrategia andina de adquirir el máximo número posible de estos y los productos asociados a ellos. Murra ha mostrado como estos funcionaron en los pequeños señoríos y en los grandes reinos preincaicos del altiplano. Los pisos ecológicos particularmente en áreas del sur peruano y norte boliviano eran muy a menudo contenidos en territorios discontinuos como islas de un archipiélago. El reino lupaqa cuyo centro estaba en el altiplano, tenía pisos tanto en los valles costeros como en el bosque tropical oriental. El trabajo arqueológico reciente muestra que esta práctica es tan vieja como el periodo de formación de civilizaciones andinas.

Siguiendo a Murra, Mayer y Fonseca (1979, 1988) han refinado adicionalmente el concepto del control vertical con la idea de zonas de producción. Cada zona de producción se caracteriza por una particular asociación de cultivos y una tecnología apropiada para la producción de los mismos, su propio sistema administrativo que balancea los requisitos del control comunal y las preferencias individuales; un calendario para la coordinación de las actividades productivas; y un sistema de tenencia de la tierra (Mayer 1985:45-84). En muchos casos las diferentes zonas de producción están separadas por límites amurallados, particularmente porque la rotación de pastizales pone a menudo a los animales de pastoreo en una zona adyacente a otra donde las cosechas están madurando. Mientras hay una correspondencia aproximada entre los pisos ecológicos y las zonas de producción, atribuible a la verticalidad de la ecología andina en si misma; Fonseca y Mayer (1988) dan ejemplos de la reasignación de las tierras en tres pisos naturales a cuatro zonas de producción. Las zonas de producción son construcciones muchos más artificiales que los pisos.

Mi interpretación de la literatura arqueológica (Kolata 1993, Schreiber 1991, 1992, Meddins 1991, Parsons et al 1997) es que la administración vertical estilo pisos es más antigua y por un largo periodo fue el patrón social básico de la adaptación andina en el terreno abrupto y variado del Perú central. Esta forma de administración permanece en la mayor parte de la región más del sur de los alrededores del lago Titicaca (pero vea abajo). En el siglo VII la mayor parte de esta región fue incluida en la expansión de imperio Wari. Los wari hicieron drásticos cambios en la mayoría de sistemas productivos locales (Parsons 1997), de los cuales los más significativos fueron la construcción masiva de enormes andenes en las laderas de los valles y los sistemas de irrigación. Las laderas de los valles por lo menos en la región de Ayacucho, no parecen haber sido cultivadas en el periodo pre-Wari, la agricultura de secano fue hecha en las favorables tierras de la puna más baja (3.800- 4.000m) y en los más amplios fondos de los valles (Schreiber 1991, 1992, Meddins 1991). Éstas son precisamente las áreas donde sistemas agrícolas estilo europeo serían después capaces de establecerse, como se menciona en una sección previa. La agricultura de laderas sobre andenes es quizás la más importante zona de producción, y su práctica implica una zonificación similar de las regiones adyacentes. Por lo tanto, postulo tentativamente que el sistema de zonas de producción fue básicamente una innovación Wari. En sus últimas etapas el vecino estado sureño de Tiwanaku adaptó el sistema en las laderas más irregulares de los valles de su territorio, en particular en los valles antes mencionados de la ladera oriental . Sin embargo como Murra y otros han mostrado el estilo de archipiélago vertical predominó en el área entera.

La actividad agrícola en los Andes involucra la administración simultánea de varios ciclos calendáricos en paralelo. Jurgen Golte (1980) emprendió el estudio de este problema. Las actividades realizadas con diferentes asociaciones de cultivos en las diferentes zonas de producción necesitan ser altamente coordinadas con el propósito de que las actividades necesarias sean efectuadas de acuerdo con las diferentes etapas de los ciclos vegetativos de los cultivos. Esto es sumamente complicado ya que a menudo una muy pequeña unidad política puede estar compuesta de cinco o más zonas de producción cada una con su particular asociación de cultivos como con una infraestructura tecnológica que requiere un constante trabajo de mantenimiento. En cada zona los cultivos que constituyen una asociación a menudo requieren atención y trabajo en diferentes momentos de lo que requieren en cualquier otra zona, mientras que las cosechas y actividades pastoriles en zonas diferentes ocurren a menudo al mismo tiempo.

Por una parte el tiempo y la planificación productiva deben ser organizados en tal manera que el máximo número de actividades diferentes sea combinado en un solo ciclo para evitar la fragmentación del tiempo de trabajo. Por otra, las unidades sociales comprometidas en la producción deben ser constituidas en tal manera que puedan manejar los requisitos de actividades simultáneas en áreas que pueden ser totalmente dispersas. Golte propuso que unidades compuestas de solo grupos familiares nucleares no eran adecuadas para estas condiciones. El trabajo hecho por otros investigadores ha verificado esta proposición (ver Araujo 1988; de la Cadena 1986, Earls 1992a, 1992b, 1996, W Isbell 1996, Mayer s/f). La unidad social fundamental está compuesta de varias familias conectadas en un conjunto complejo de obligaciones interrelacionadas y reciprocidades mutuas Mientras estas interrelaciones generalmente son expresadas en términos de relaciones de parentesco, este no las determina. La organización social de estos grupos es sumamente compleja y no puedo discutirla aquí. Mientras la mayor parte de investigaciones acerca de esta ha sido efectuada en modernas comunidades aymaras y quechuas, es interesante que W. Isbell (1996) haya usado evidencia arqueológica para demostrar que este patrón multifamiliar funcionó para varias configuraciones socio- culturales andinas incluyendo Wari, Tiwanaku, y el mismo estado Inca.

Debe también enfatizarse que la alta incertidumbre que caracteriza el ambiente ecoclimático de tierras altas requiere que toda planificación tenga que tener en cuenta contingencias climáticas incognoscibles. Una temporada que empieza con lluvia suficiente y temperatura adecuada puede convertirse en cualquier momento en una temporada seca, si esto ocurre con cielos claros los cultivos plantados son a menudo perdidos por las heladas. Los brotes de enfermedades de plantas no son infrecuentes y cada tantos años los enjambres de langostas, bandadas de loros y otras criaturas pueden eliminar la cosecha o parte de ella. Eventos recurrentes pero imprevisible como el Niño ocurren en años en los cuales por demasiada o muy poca agua puede devastarse una cosecha. Los sistemas de planificación agrícola andinos deben implicar la necesidad para replantear los ciclos de trabajo agrícola cuando tales eventos tienen lugar (Earls 1975, 1989, 1991, 1992, 1996).

3.3 Coordinación y agricultura de laderas

La coordinación eficaz es un requisito para cosechar exitosamente en las empinadas laderas de los hondos valles andinos. Mencioné que en la región sur de Ayacucho las laderas del valle estaban en gran parte sin cultivar antes de su incorporación en el imperio Wari y que agricultura de estilo europeo nunca pudo establecerse en las mismas áreas. La introducción de andenes sobre estas laderas profundiza los suelos, reduce la erosión, y da lugar a microclimas más estables y de menor riesgo. ¿Sin embargo, como explicar el abandono de los monumentales sistemas de andenes Incas de las laderas del valle de Urubamba y otras partes? Me refiero específicamente a los sistemas incas de alta tecnología de Pisac y Ollantaytambo. A partir de las pruebas documentales y arqueológicas disponibles podemos concluir que estos sistemas fueron abandonados muy pronto después de la invasión española y los terrenos se incorporaron en encomiendas y repartimientos coloniales (sistemas para la explotación de trabajo y tierras indias). Los canales que llevaban el agua a los andenes fueron bloqueados y el agua fue canalizada directamente a las terrazas más amplias y planas a lo largo de la ribera del río.

En primer lugar estas terrazas fueron tierras del Estado Inca y fueron trabajadas por agricultores especializados llamados yankuna reclutados de regiones muy distantes bajo el sistema de mitmaq. Luego del colapso del gobierno Inca estos especialistas huyeron rápidamente a sus tierras de origen. Las personas de los grupos locales cercanos nunca cultivaron estas tierras y no hicieron ningún reclamo de ellas. Llego a la conclusión entonces de que los españoles abandonaron estos andenes porque no supieron como trabajarlos ventajosamente y que los pueblos cercanos negaron conocimiento alguno acerca de ellos.

Esto lleva a la siguiente pregunta. ¿Qué hay acerca de la agricultura sobre laderas empinadas, con los ricos suelos de los andenes incas, que los hace tan difíciles de cultivar? La respuesta estaría en el alto grado de coordinación implicada en su manejo. La andenería Inca era principalmente empleada para el cultivo del maíz , y la duración del ciclo vegetativo del maíz, como de la mayoría de las plantas, varía en función de la temperatura. Entonces las plantas tendrian diferentes requisitos segun la etapa de desarrollo que estuviesen pasando, de acuerdo a las temperaturas de los ambientes locales en la ladera. Ya que la agricultura inca en estos andenes habría sido el monocultivo del maíz, para obtener rendimientos máximos, se necesitaba optimizar la coordinación entre la distribución del riego, los ciclos biológicos de las plantas y las labores agrícolas. Fue necesario establecer una coherencia entre el orden agroecológico y la distribución topográfica de las temperaturas del ambiente para obtener una eficiencia máxima del trabajo agrícola. Esta obsesión por el orden se manifiesta en la homogeneidad de los suelos que a menudo fueron traídos de otros lugares y en los materiales de construcción, lo que reduce el “ruido” microclimático en los andenes.

Pese a las diferencias entre el ambiente montañoso del Incanato y la de la sociedad maya clásica, consideraciones de estrategia militar también pueden haber influido en la agricultura inca al igual en la maya. Cómo señala Tainter (1988: 171-173) al contrario de las chacras dispersas que son difíciles de defender de ataques esporádicos, una agricultura concentrada e intensificada llevada a cabo por especialistas (en este caso por mitmaq semimilitarizados) sería eminentemente sensata. La ubicación de almacenes estatales (qollqa) en las inmediaciones de las zonas de agricultura intensa es un patrón constante del incanato. En seguida voy a presentar una reconstrucción hipotética de la organización Inca del cultivo del maíz en andenes. Ya que no hay cifras apropiadas acerca de las variedades del maíz cultivadas por los Incas, emplearé las cifras experimentales disponibles que hay para diferentes variedades de este cultivo. (Para discusiones más extensas véase a Earls 1979, 1989: 311-367).

En la tabla 2 he puesto una lista de los rangos de altitud y los días transcurridos desde la siembra hasta la floración para las variedades de maíz andino reunidas en sitios experimentales agrícolas por Grobman, Salhuana y Sevilla (1961).

VariedadRango de altitudD AltAltTiempo a florDemora en metros/día
C.puntiagudo2500-3500100025078 
 250083.7   
 3000114.716  
 3500136.7   
C.puneño3600-3900300360091 
 390010719  
Huayleño2500-36001100230087 
 280013510  
 3200143   
Morocho2000-350015002300104 
 280014911  
 320015   
Huancavelicano2200-350013002800121 
 320014021  
Rabo de zorro2600-320060025088 
 2600115   
 320014222  
Cusco2400-33009002800129 
 320014821  
Marañon2000-300010002800122 
 32001669  

Tabla 2. Días desde la siembra hasta la floración en función de la temperatura y la altitud para variedades de maíz de tierras altas según Grobman et al (1961: 356).

Los datos usados tienen la gran limitación de haber sido tomados de estaciones agrícolas ubicadas en los atípicos ambientes más planos favoritos de agrónomos occidentales y las altitudes de las estaciones probablemente no reflejan los límites de los óptimos rangos de altitud para las variedades de maíz (para el análisis más detallado de estos datos ver Earls 1979, 1989: 359-367, 1991). En la tabla 2, tres columnas son usadas para las altitudes. La primera, Rango de altitud, da las altitudes del conjunto listadas por Grobman et al. La segunda columna, DAlt, especifica el rango de altitud a partir de la resta de las primeras cifras y corresponde al rango total como fue especificado por estos autores. El tercero, Alt, pone en una lista las altitudes para las que la duración del ciclo vegetal está dada. El tiempo del sembrío hasta la floración a diferentes altitudes con datos está dado en la columna Tiempo a flor. Para la tasa del crecimiento respecto a la altitud, dado en la última columna (demora en metros/día), las altitudes elegidas por el cálculo son aquellas entre las cuales el cambio en la duración del ciclo vegetativo es el más brusco. Por ejemplo, en el caso de Confite Puntiagudo el rango altitudinal por el que el número de los metros verticales requeridos para una demora un día es de 3.000 – 2.500 = 500m. Por lo tanto, 114.7 – 83.7 = 31 días, y 500/31 = 16.129 m/día. Para esta planta entonces, por cada 16m. mas arriba que se siembre, la maduración se retarda un dia mas . Si se usa todo el rango ΔAlt de 1000m. la demora sería 1000/53 = 18.9 m/dia, (136.7-83.7=53) pero dado que el rango de 1000m. es mucho mayor que el de las otras variedades el cálculo para los 500m. parece más apropiado pero admito que este criterio es bastante arbitrario.

Las tasas de crecimiento de las plantas sembradas arriba o debajo de sus límites óptimos de temperatura y altitud no están muy afectadas por cambios de altitud. Para C. Punteagudo el tiempo al florecimiento solo aumenta unos 6 días entre 250m. y 2500m. de altitud, pero de ahí aumenta bruscamente a altitudes mayores (figura 6). En condiciones ideales la tasa de maduración esta en función de la temperatura, que sigue una curva logística. La parte central de la curva con mayor pendiente corresponde a la tasa de crecimiento en el rango de altitudes con las temperaturas más favorables, y las secciones más planas, tanto inferiores como superiores de la curva corresponden a las condiciones de altitud más severas. El intervalo de altitud para el que las tasas son calculadas es el rango más favorable como se determinó por estas restricciones. Donde solamente hay una altitud baja y una superior, he usado estas para el cálculo.

Los límites superiores e inferiores de este rango corresponderían a los límites efectivos de producción definidos por Brush (1974). Dentro de estos límites el crecimiento es biológicamente eficiente con altos rendimientos. El área fuera de éstos límites, donde la planta crecerá pero es más susceptible al estrés ambiental correspondería a sus límites absolutos de producción. En este rango los rendimientos de la planta serán menores y sujetos a mayor incertidumbre, de modo que sólo se sembrara aquí cuando no hay otras opciones abiertas a los agricultores. Brush señala que los límites efectivos son fijados más por constricciones económicas que por constricciones biológicas. Mostrare abajo cómo y por qué esta relación casi lineal entre altitud y tasa de crecimiento contribuye a la eficiencia de la producción dentro de los límites efectivos.

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